Enmarcado en el deseo de contribuir con el mejoramiento de la capacidad de respuesta de la gestión pública venezolana, quiero entregar en tres partes, algunas contribuciones que considero vitales para una administración racional, eficiente, eficaz y efectiva de la cosa pública. Esta preocupación por compartir algunas claves que considero fundamentales para potenciar lo que el Presidente de la República de forma propositiva ha llamado las 3R2 y que los opositores al gobierno han denominado ineficiencia del gobierno para satisfacer las demandas sociales, forma parte de la hipótesis que el problema trasciende lo ideológico. En otros términos, no es un problema de la cuarta o la quinta república, sino que sus causas hay que buscarlas en la matriz sociopolítica venezolana.

Si lo anteriormente afirmado no fuese cierto, Chávez nunca habría significado un peligro para el sistema de partidos, y su figura de outsider no hubiese calado en las preferencias electorales del venezolano. Pero esos viejos y estos nuevos actores del gobierno han mantenido niveles muy modestos de capacidad de gestión, atenuada por la esperanza de lograr un cambio, y por los aciertos “parainstitucionales” que se han logrado en el actual período de gobierno que se extiende ya a 11 años.

Por otra parte, este interés también surge, por lo estimulante que ha resultado volver a los salones de mi antigua y actual escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la UCV, ahora en el rol de docente, donde en una suerte de construcción colectiva del conocimiento, hemos disertado largamente sobre los problemas que aquejan a la gestión pública, y las estrategias para superarlos.

Inicialmente, podemos empezar nuestra primera entrega, considerando un factor que a mi parecer ha sido determinante en la obtención de logros estratégicos (de largo alcance) para un conjunto de instituciones claves en nuestro país: la falta de continuidad de la gestión. En otras palabras más cercanas, la alta rotación del personal en áreas estratégicas de la administración pública.

Un caso que se ha tomado desgraciadamente como una bandera de la ineficiencia del gobierno actual, ha sido el Metro de Caracas, cuyas dimensiones son mayores de las que se han argumentado hasta ahora. Cuantitativamente, podemos indicar que desde su creación en 1983 hasta 1999 el Metro sólo había conocido dos presidentes, mientras que en los 10 años sucesivos del gobierno del presidente Chávez, han ocupado el cargo 12 presidentes, algo así como uno por año.

Cualitativamente, pudiésemos indicar que la preparación para asumir el rol de presidente de la institución no ha sido justamente el criterio que ha prelado para ocuparlo. Pero si elevamos la vista hacia los ministerios, justamente el Ministerio de Obras Públicas/ Infraestructura/ Obras Públicas y Vivienda/ Transporte y Comunicaciones, ha tenido una suerte similar, pues en los años que va de gobierno hemos tenido 10 cambios ministeriales en el sector infraestructura (sin tomar en consideración las separaciones del sector Vivienda, con lo que se llegaría a 15).

¿Se puede mantener una línea de gestión con los cambios constantes de sus líderes? Ingenuamente, se pudiera argumentar que sí, pues forma parte de un mismo gobierno y se rige bajo las mismas líneas generales de gestión estratégica, pero quienes hemos tenido la oportunidad de vivir estas transiciones, tenemos suficientes pruebas para desechar por completo tal afirmación, pues cambiar a un presidente de una institución o ministro implica cambiar gran parte del tren ejecutivo, incluso en algunos casos el 100% de los mismos, así como los lineamientos estratégicos de la gestión. Por otra parte, es una práctica recurrente que cada equipo trae también a su tren de trabajo, en una suerte de efecto cascada hacia el resto de las áreas aguas abajo, por lo que los únicos que no corren con esa suerte son aquellos funcionarios de “carrera”, los cuales forman en su gran mayoría parte de los sectores operativos, no teniendo mucha capacidad de tomar decisiones.

Por otro lado, está la percepción de la duración en los cargos, en donde se asume como premisa de trabajo que “se ejecutarán aquellas acciones que den en tiempos cortos resultados efectistas”, pues “no sabemos cuánto tiempo vamos a durar en el cargo, por lo que debemos demostrar rápidamente resultados tangibles”. Obviamente, tal afirmación conlleva al abandono de los planes a largo plazo, de los proyectos que no dan resultados en lo inmediato, pero que al transcurrir el tiempo son indispensables.

También podemos aducir el tema de “lo que se ha venido haciendo” o “la gestiones pasadas”. Sobre el respecto, sólo para tomar un caso, podemos considerar al proyecto bus Caracas, iniciado por la Alcaldía del municipio Libertador, luego desarrollado por el MOPVI y actualmente por el MTC. El resultado: una estructura bizarra que quiso emular al transmilenium de Colombia o al similar en Ecuador que terminó siendo un obstáculo vial en lo que comprende la avenida Nueva Granada de Caracas.

Esta situación, si analizamos la cuarta, también imposibilitó concebir un proyecto a largo plazo, pues cada cinco años se tomaban orientaciones distintas, en una suerte de quinquenios de gestión. Sólo se pudiera encontrar cierta continuidad en la construcción de un proyecto colectivo, cuando CAP II y Caldera II desarrollaron reformas públicas entreguistas, bajo la egida del FMI y el BM, conocido como el Paquete Económico Neoliberal, el cual no se instaló con éxito y ocupa aún al actual gobierno el desmontaje de lo perversamente logrado. Pero la modificación del periodo presidencial y la posibilidad de reelecciones continuas no ha sido garantía para superar este problema. Si bien se avanzó en la posibilidad de dar continuidad a un modelo de desarrollo a largo plazo, los cambios sucesivos han imposibilitado aprovechar la oportunidad de darle continuidad a políticas de mayor aliento.

Obviamente, usted que es un lector perspicaz se preguntará sobre lo que implica esta corta permanencia de los líderes de las organizaciones públicas en la profundización de los niveles de corrupción, y sobre ello trataremos en una próxima entrega.