Las discusiones en torno a las políticas orientadas a la juventud, han tenido un interesante repunte luego del anuncio hecho por el presidente Chávez, sobre la creación del Ministerio de los Jóvenes y los Estudiantes. Distintas asambleas, encuentros, mesas de diálogo, conversatorios y en fin un conjunto de espacios para el discernimiento sobre lo que debería ser esta institución, y qué orientaciones en cuanto al diseño de políticas públicas, debe asumir el aún no creado ministerio. En esta oportunidad, quisiera compartir mis contribuciones al respecto.

Desde los partidos de oposición ha emergido el tema del primer empleo, una problemática que está latente en el sector juvenil. Actualmente el desempleo juvenil duplica la tasa de desempleo del país. Las condiciones laborales para un joven que inicia su vida laboral, son sustancialmente inferiores comparadas con el promedio de los empleados de las organizaciones. El ingreso al mercado laboral lamentablemente tiene como costos transaccionales, el trabajar en condiciones distintas a las establecidas por la ley, en tanto que hay mayores horas de trabajo, una recurrente negativa de los pagos de beneficios como las prestaciones sociales, vacaciones, despidos injustificados, salarios irregulares, entre otros. Por ello, sugiero que este ministerio asuma como propuesta organizativa la creación de una inspectoría especial del trabajo joven, organismo adscrito al Ministerio del Poder Popular para el Trabajo que reciba, curse, investigue y sancione los delitos laborales cometidos a los jóvenes.

En segundo lugar, tenemos el apoyo financiero a las iniciativas juveniles. Las bancas pública y privada, no tienen masificado un plan de apoyo a la iniciativa juvenil. Los créditos funcionan bajo parámetros de riesgos, en donde los jóvenes no son beneficiados, pues su condición socioeconómica en su gran mayoría, no entra dentro de las bandas de bajo o moderado riesgo. Ello obviamente limita la posibilidad que jóvenes organizados con fines económicos puedan acceder a líneas de crédito. Mi propuesta es que si puede bien existir un banco de la mujer, podría existir un Banco de la Juventud. Quizás redundaría en sumar una organización más al Estado, que bien pudiese subsanarse con una línea de crédito para financiar iniciativas juveniles, y un fondo de garantías que respalde las propuestas sustentables que vengan de jóvenes organizados.

Entrando en temas de carácter social, es importante tocar el más alarmante de ellos: El embarazo precoz. En nuestro país 2 de cada 10 nacimientos vivos registrados en Venezuela provienen de madres adolescentes con edades entre los 15 y 19 años, y una de cada 5 mujeres con edad inferior a 20 años ya ha sido madre. Más allá de las acciones públicas orientadas a reducir este fenómeno social, su impacto ha sido muy moderado. Y considero que parte de las razones que explican sus modestos resultados es la poca penetración en los sectores populares, donde su ocurrencia es mayor.

Esta problemática trae consigo un conjunto de consecuencias que se transforman en una especie de spillover, ramificándose hacia temas relacionados con educación, salud, empleo, y por su puesto cultura. Un Ministerio de los Jóvenes y Estudiantes, debe penetrar en los sectores populares, con políticas vigorosas en temas de embarazo precoz. Campañas que propaguen el uso de condones ya no son suficiente.

Esta problemática, también genera un especial tema de salud relacionado con el aborto. Soy de los que opinan que debe ser legalizado, no solo terapéuticamente, sino en casos donde la madre determine que desea interrumpir el embarazo. Un importante tema de discusión sería la precisión legal de esas causas permitidas para que se practique la interrupción médica del embarazo. Pero es un tema ineludible, que de no tratarse, serán más las mujeres que tomen medidas desesperadas que atenten en contra de su propia vida, y mucho más los médicos y practicantes ilegales que usen procedimientos quirúrgicos que en su mayoría atentan en contra de la salud de las jóvenes embarazadas. En Venezuela las cifras sobre el aborto no se conocen con precisión -los datos son muy difusos- dado que son muchos los abortos no registrados, y en un importante porcentaje se practican de forma ilegal. Propongo que se generen discusiones con diversos sectores de la sociedad, en donde el novel Ministerio asuma la conducción pública del tema del aborto, que concluya en una iniciativa legal para ser discutida ante la Asamblea Nacional.

Otro tema importante es la delincuencia juvenil. En los últimos 20 años los homicidios han aumentado aproximadamente en 300%, donde los victimarios son hombres de edades comprendidas entre los 15 y 24 años. Sin embargo no es un fenómeno exclusivo de Venezuela. Según el informe de Latinobarómetro 2010, en América Latina se concentra cerca del 27% de los homicidios dolosos a nivel global, a pesar de habitar sólo el 8.5% de la población mundial. Anualmente uno de cada tres latinoamericanos son víctimas, directamente o en su núcleo familiar, de algún acto delictivo. Durante el 2010 más de 1.2 millones de personas perdieron la vida como resultado de este tipo de violencia.

Por ello, es perentorio el concurso de un Ministerio tan estratégico como el de la juventud y los estudiantes en la generación de políticas que atiendan las causas que generan la delincuencia juvenil. Y obviamente dentro de ellas, está el tema del consumo ilícito de drogas, como una arista central. No hay distingo de estratos sociales, raza, orientación política, para sectorizar el consumo de drogas en los jóvenes. Es tan recurrente en los estratos altos como los bajos el consumo de ilícito de sustancias psicotrópicas. Y obviamente una política más vigorosa en esta materia, es necesaria para atender a los tantos jóvenes hundidos en el vicio de las drogas.

Lo anterior, es sólo parte de los temas que deben incluirse dentro de la agenda del futuro Ministerio. En cuanto a su organización, debe poseer una estructura flexible, dinámica, con una cobertura total del país, garantizando al mismo tiempo el desarrollo de una política juvenil y estudiantil coherente. Por ello, propongo que su estructura sea desconcentrada a nivel municipal. Una referencia importante fueron las casas de la juventud desarrollada desde el Instituto Nacional de la Juventud. Según uno de sus impulsores, Leomar Solórzano, su estructura permitió en su momento una expansión del INAJUV en todos los Estados del país, desarrollando con vigor una política juvenil que atendió temas tan importantes como la organización estudiantil, y un conjunto de políticas sociales con un alto impacto a nivel nacional. Este tipo de iniciativas que fueron exitosas, pudiesen ser retomadas para consolidar la base organizativa necesaria para un funcionamiento óptimo del Ministerio de la Juventud y los Estudiantes.

Finalmente, no podemos obviar el tema político. Es urgente el diseño de políticas dirigidas sin distingo a todo el sector juvenil y estudiantil del país. Debe conformarse como un espacio para el discernimiento político, que facilite el diálogo permanente, en un ambiente de tolerancia y respeto, donde se supere la pugna verbal irreflexiva que ha caracterizado en los últimos tiempos a nuestros dirigentes juveniles. Es urgente el desarrollo de nuevas prácticas políticas, y que se generen desde el sector estudiantil es una garantía para atenuar la polarización en nuestro país.

Vaya pues este conjunto de ideas para nutrir el debate sobre las políticas públicas dirigidas al sector juvenil, y a la creación de un Ministerio que tendrá como responsabilidad generar las condiciones necesarias para una juventud incluida en el goce y beneficio de los derechos ciudadanos. No es poca su importancia estratégica, y todo indica que su conducción corresponderá a un joven. Ello romperá con el esquema tradicional de situar al frente de carteras similares, a personas con edades fuera del rango juvenil, que representaba la poca confianza en la capacidad gerencial y política de los jóvenes. Además de las responsabilidades sugeridas en los párrafos anteriores y las que de seguro se irán sumando, queda entonces también demostrar que ¡muchacho sí es gente!