Tras la ausencia del Presidente Chávez, ha quedado en evidencia una verdad que es insoslayable: Chávez garantiza la unidad política en el país. A pesar de las diferencias entre partidarios y detractores, desde el triunfo de 1999, se ha consolidado su figura, como el eje articulador de la política en Venezuela. Su ausencia física producto de su convalecencia, ha dejado sin referentes a las prácticas políticas en Venezuela. Acerquémonos a ambas realidades, precisando algunos elementos que sostienen lo anterior.

Mesa de la unidad contra Chávez.

SI alguna certeza tienen la oposición a Hugo Chávez en Venezuela desde 1999, es que ningún partido de oposición puede derrotar con sus votos a Hugo Chávez, pues su figura y su partido, no tienen contendor con oportunidad de triunfo. Por ello, Chávez es el dinamizador de la unidad de partidos opositores, cuyo único eje articulador ha sido el deseo de sacarlo de la presidencia fuera y dentro de los límites de las prácticas democráticas.

Afortunadamente desde la actual Mesa de la Unidad Democrática, se ha llegado a un acuerdo trascendental, luego del aprendizaje de 2002: la única vía posible para salir de Chávez es la democrática. Incluso, si ello demanda el abandono de la autonomía e identidad de los partidos políticos que se oponen a Chávez, en busca de una fórmula electoral única.

Fuera de este deseo de participar con fórmulas unitarias en las elecciones de 2012, no hay otros acuerdos que puedan garantizar que tal coalición sea sostenible, tal como la experiencia de Chile o Uruguay, con la Concertación o el Frente Amplio respectivamente. Y es que no existe dentro de los partidos opositores a Chávez en Venezuela, un programa de gobierno que exprese un proyecto político alternativo al socialismo bolivariano. Por ello, insisto, el único leitmotiv es salir de Chávez. Lejos está el deseo de construir un proyecto alternativo de país. Ello, a mi entender, sería una de las razones que dé cuenta, de la probable derrota electoral de 2012 de los partidos opositores.

Sin Chávez hay gobierno, pero no revolución.

Afortunadamente, luego de la reforma constitucional de 1999, en nuestra nueva Constitución se prevé la figura del Vicepresidente Ejecutivo, cargo que actualmente ostenta el sociólogo Elías Jaua Milano, quien tiene una dilatada trayectoria dentro del ejercicio de diversas responsabilidades dentro del gobierno del presidente Chávez.

A pesar de haber sido intempestiva la situación médica del Presidente de la República, las funciones de gobierno han sido ejecutadas bajo la coordinación del Vicepresidente, el cual ha tenido que sortear algunos temas álgidos. Dentro de ellos, podemos mencionar las nuevas amenazas del gobierno de los Estados Unidos de agudizar las sanciones a Venezuela, la crisis del Rodeo I y II, el fallecimiento del Contralor General de la República, la explosión de la subestación eléctrica del Tablazo, así como el tema de la ausencia del Presidente por la afección que lo mantiene desde el 10 de junio fuera del país.

Sin embargo, Elías Jaua ha garantizado la direccionalidad de las funciones de gobierno, pero, bajo las instrucciones que desde su convalecencia ha dictado el Presidente de la República, que incluso, ha participado a distancia en Consejos de Ministros. Tanto es así, que la fracción del PSUV en la Asamblea Nacional, hizo uso de la mayoría parlamentaria para frenar la posibilidad de investir temporalmente a Elías Jaua como Presidente de la República, en una clara muestra de lo intransferible de la autoridad de Chávez. La decisión fue que incluso, convaleciente, el líder de la revolución no cede su poder, ni siquiera temporalmente.

Esta oportunidad de la ausencia temporal por motivos médicos del Presidente, bajo la tesis del “chavismo sin Chávez”, bien pudo haber sido aprovechada para desplazar al presidente, con un movimiento interno que le propinara un “golpe constitucional”, o una salida menos legalista, al estilo de Juan V. Gómez. Sin embargo, hasta ahora ha quedado demostrado que dentro del PSUV no hay tales apetencias políticas, y que por el contrario, se ratifica a Hugo Chávez como un líder insustituible, al menos en un horizonte próximo.

Por ello, sostengo que tanto para defensores como para detractores, Chávez es el factor que dinamiza y articula la unidad interna de cada sector. Incluso, tal es el condicionante que imprime en las prácticas políticas del país, que para algunos opositores, no es creíble que su estado de salud sea tal, pues es inconcebible su ausencia prolongada.

Es el caso de Henrique Capriles Radonski, que ha planteado la tesis que “la ausencia del Presidente responde a una estrategia política”. Este tipo de planteamiento es posible en quienes practican una política donde irreductiblemente el fin justifica el uso de cualquier medio, incluso, el engaño en un tema tan trascendental como la es la salud de un gobernante nacional. Es justo este tipo de posturas irresponsables lo que ha generado la incertidumbre y la zozobra en el pueblo venezolano, que espera a su líder político, ya sea para seguir aclamándolo o seguir rechazándolo.