La enfermedad del Presidente Chávez ha generado reacciones de todos los sectores del país y de la comunidad internacional. Ningún medio de comunicación del mundo ha dejado de seguir lo que acontece en Venezuela, pues como lo hemos sostenido en diversas oportunidades, el liderazgo de Hugo Chávez trascendió nuestras fronteras como país, transformándose en una referencia mundial.
Más allá de las reacciones, ha sido necesario dirimir institucionalmente la ausencia permisada del Presidente. En un primer lugar es fundamental aclarar que Hugo Chávez cuenta con un permiso otorgado de forma unánime por la Asamblea Nacional para atenderse en la ciudad de la Habana en Cuba desde el pasado 09 de diciembre, pero tal como establece la Constitución, sino se presentaba ningún hecho sobrevenido que lo impidiera, debía tomar juramento el 10 de enero de 2013.
Lamentablemente para la fecha, el Presidente no pudo tomar juramento e investirse para el ejercicio de un nuevo período. Y a pesar de estar muy clara la situación en el orden legal, tanto la Asamblea como el Tribunal, tuvieron que pronunciarse para no dejar ningún resquicio de inconstitucionalidad. Tan apegada fue la actuación de ambos sectores, que organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y gobiernos no aliados a Venezuela como los Estados Unidos, manifestaron su respeto y respaldo a la actuación del gobierno venezolano.
Pese a lo anterior, persisten intereses por desestabilizar el país. Y ello obviamente responde a objetivos distintos al de garantizar la gobernabilidad democrática. La oposición ha utilizado una estrategia “centrípeta” que no le ha salido muy bien, pero que ha ganado terreno mediático en la desinformación. Por otro lado, ha iniciado un conjunto de acciones para nuevamente intentar retomar la calle, aprovechando la coyuntura nacional.  Ya vemos por algunos medios que los sectores tradicionalmente sensibles a las movilizaciones han iniciado acciones en este sentido, y se anuncian otras en fechas posteriores.
Pero hay elementos que no han tomado en consideración: la oposición sigue siendo liderada por los mismos, sin un proyecto nacional alternativo, y cometiendo los mismos errores, como no poder resolver una vocería unificada en criterios o un plan estratégico común. Actualmente no es útil hablar de la oposición como un todo, pues luego de la contundente derrota, han surgido fracturas dentro de la dirigencia opositora que evidencian varias formas de hacerle oposición al gobierno. De lo contrario podríamos meter en un mismo saco a María Corina Machado, Esteban Gerbasi, Pedro Pablo Fernández y Edgar Zambrano.  
Sigamos de cerca el acontecimiento y estemos muy atentos a los intentos que pueden tornarse desesperados para potenciar en medio de la coyuntura estrategias que logren la activación de los sectores opositores. Y por supuesto hacemos votos porque la oposición no se vaya nuevamente por los caminos que condujeron al 11 de abril de 2002, pues la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el pueblo venezolano, la comunidad internacional y los actores de la política nacional, no son los mismos.