Pocas veces escribo artículos donde estoy en primera persona. Pero a 11 años de aquellos sucesos que marcaron la historia democrática del país, quisiera narrarles mi vivencia. Seguro para algunos servirá leer este artículo para distraer un poco el tiempo dentro de la cola para ir a votar.  
Ya a las 12 de las noche, empezando el 14 de abril de 2002, me encontraba dentro del Palacio de Miraflores. Trabajaba en la Dirección General del Despacho del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia, como asesor de control de gestión, aunque desde que al Ing. Diosdado lo nombraran Vicepresidente Ejecutivo, se estaba tramitando mi ingreso a la Dirección General de Seguimiento de Políticas Públicas, a cargo del hoy General Guiseppe Yofreda. Regresaba de VTV, a donde acompañado de Mario Fernández quien era Director de Informática del MSP y Walter Martínez (ambos militares retirados de la aviación que participaron en la rebelión del 27 de noviembre de 1992), habíamos llevado unos videos de Catia TV para que los transmitieran, pues el canal se había retomado.
Llegando a Miraflores fuimos recibidos por el pueblo que se había apostado en las afueras. Tuve que sacar mis credenciales por la ventana y mi gorra del MSP para que nos dejara pasar la gente, pues era mucha y se agrupaban justo en las rejas de Miraflores. Logramos pasar. Adentro el ambiente era de victoria, de esperanza. Muchos rostros conocidos estaban adentro. Carlos Javier, hoy buen amigo y Director General de La Cima 96.7fm estaba al frente de las cámaras de VTV que cubrían los acontecimientos que se generaban en Palacio. Se decían muchas cosas.
Entre los rumores que circulaban estaba aquel que afirmaba que el Presidente había sido herido en la pierna por una bala durante el rescate. Otros que había sido torturado y venía muy  golpeado. Y otros, que efectivamente fue el que al final todos los venezolanos comprobamos, era que nuestro Presidente Chávez retornaba algo cansado pero sano, con el vigor y la energía de siempre.
Antes de la media noche, se escuchó una sirena de una ambulancia que entraba al Palacio. Inmediatamente los militares patriotas abrieron las rejas y dejaron que entrara el vehículo. De forma inmediata el Vicepresidente Ejecutivo Diosdado Cabello, que había estado evitando ser asesinado o capturado pues querían legalizar el golpe de Estado con un artilugio constitucional. En el Salón Ayacucho al poco tiempo fue juramentado como Presidente Encargado por parte de Willian Lara, quien presidia la Asamblea Nacional.
Pasaba el tiempo, y de forma permanente eran cada vez más los líderes de revolución que iban llegando al Palacio de Miraflores. Recuerdo a nuestro actual Canciller Elías Jaua, que había sido Ministro de la Secretaría y a quien conocía desde la Universidad Central de Venezuela estar en las afueras del Palacio, a donde ingresaba y salía, quizás con la misma angustia que sentíamos todos los presentes en el lugar, pues esperábamos al Comandante Chávez. Recuerdo también haber visto al Dr. Vargas, quien era el actual Ministro de la Secretaría, a quien el 11 de abril lo vi retirarse escasos minutos antes que yo lo hiciera, a eso de las 7:00pm, con el cabello canoso como él lo tenía, pero que aquel 14 de abril en la madrugada extrañamente lo tenía tan negro que le brillaba.
A las 3:30am de aquel 14 de abril se escuchó repentinamente a lo lejos el sonido de las hélices de un helicóptero.  Al ver que se acercaban, no era uno eran tres los cuales sobrevolaron el helipuerto que queda en la parte superior de Miraflores, dos de ellos se colocaron a los lados y del medio descendió uno de ellos. Era el que traía de vuelta al Comandante Chávez, nuestro Presidente. Un grupo de militares y líderes del partido subieron al helipuerto y a escasos 20 minutos descendió el comandante, cargado por quienes lo habían recibido.
El hecho de venir en brazos activó la incertidumbre sobre si venía bien de salud. Me pasó aquel grupo a escasos metros, logré ver al Comandante, iba riendo, iba contento. La gente afuera estalló de emoción cuando se enteraron que había regresado Chávez.
Luego bajamos al Salón Ayacucho. Recuerdo cuando frente a una periodista, creo que fue Teresita Maniglia, como siempre, bromeó se levantó la chaqueta y saltó, diciendo “estoy bien, no me ha pasado nada”. Me senté en una de las primeras filas de en frente, y escuché su discurso, escuché perdonar a quienes atentaron contra su vida y contra la democracia. Salí de Palacio a las 6:30am a mi casa. El lunes 15, volví a las 8:00am a seguir trabajando, a seguir al lado del Comandante.

Publicado en el Diario La Región el 14 de abril de 2013 y en el Diario 2001 el 15 de abril de 2013