Hay que reconocer que desde que Maduro fue electo el 14 de abril, no ha detenido la marcha en apuntalar un gobierno de contacto, un gobierno de calle. Hemos visto no sólo recorridos por las comunidades, sino reuniones con diversos sectores empresariales, comunicacionales, países aliados y socios comerciales, así como una apretada agenda internacional. La intensidad de la gestión, incluso sugiero sea revisada a la luz de no comprometer la salud. Creo que el presedente del Comandante Chávez, debe ser tomado con mucha seriedad en cuenta.
Aunado a ello, han sido victorias tempranas las logradas regionalmente por los gobernadores revolucionarios, y los logros sectoriales, como los que hoy exhibe la Gran Misión Vivienda Venezuela y Patria Segura. Igualmente, se ha avanzado decididamente a frenar la especulación y el desabastecimiento. Al menos mediáticamente se disminuyó sustancialmente la atención sobre el tema del desabastecimiento, y ya con ello se ataca una variable relevante que incide en el problema. 
Frente a ello, ¿Cómo reacciona la oposición? En primer lugar, pretendiendo frenar a toda costa las acciones del gobierno, tratando de desviar la atención de los venezolanos y la comunidad internacional del impacto positivo del gobierno de calle, e insistiendo en desconocer la legitimidad del gobierno nacional. 
Dice un experto en planificación estratégica que una estrategia con bajó impacto sostenida en el tiempo, genera desgaste. Al parecer eso está sucediendo en la oposición. Sus gestiones internacionales no han dado resultado en el objetivo de debilitar el reconocimiento internacional del gobierno nacional, sus actores asociados han reconocido a Maduro como Presidente, y a pesar de querer afectar la cotidianidad del venezolano, no lo han logrado.
En segundo lugar, las pretendidas matrices de opinión que colocan al país como un caos absoluto, donde se reprime a la oposición brutalmente, y están comprometidas las libertades ciudadanas, han perdido impacto. Sin embargo, ahora utilizan el delito de grabar conversaciones privadas, delito rechazado por los opositores cuando eran ellos el objeto de violación, para generar una nueva olla mediática.
Eso ha generado algunas reacciones interesantes. Por parte de la oposición, una validación del verdugo, una especie de Síndrome de Estocolmo, en donde el infame ahora es el adalid de las certezas, el odiado ahora es amado, el mentiroso ahora porta todas las verdades. En el interior del chavismo, ha generado como en otras oportunidades frente a los embates de la oposición, mayores niveles de cohesión, mayor valoración de la unidad, y una intensificación de la agenda de trabajo. 
Siguen confrontada dos estrategia, aquella que avanza en la solución de los problemas, y otra que intenta frenar tales avances. Obviamente la primera tiende a mantenerse sostenidamente en el tiempo, si se logra esquivar la tentación de morder los anzuelos opositores y logrando dominar la agenda pública, mientras que la segunda tiende al desgaste si la primera avanza. 
Los venezolanos, y eso se percibe en la calle, en los medios, en las preferencias manifestadas en diversos espacios, desean que sus problemas sean resueltos y que se pueda vivir en una sociedad en paz. Por ello, creo que el gobierno escogió la mejor estrategia siempre y cuando los compromisos y las soluciones sean eficiente y efectivas. En cambio, la oposicion optó por el camino errado, el camino de la desestabilización de la búsqueda del caos, que tenderá a desgastarse, así como ocurrió en 2004.

Publicado el 27 de mayo de 2013 en el Diario 2001