La visita de Henrique Capriles en su rol de ex candidato presidencial a Chile, evidencia un conjunto de situaciones interesantes, que sobre algunas de ellas quisiera compartir algunas reflexiones. En los medios de comunicación chilenos, se hace un tratamiento más sensato de lo que realmente constituye su visita, dejando en claro, en primer lugar quienes son sus aliados, sus defensores, sus auspiciantes. Llama poderosamente la atención, la batería de argumentos y el desarrollo de una estrategia comunicacional orientada a separar a Capriles del concepto de derecha, golpismo y neoliberalismo. Sin embargo, ¡Cómo contrasta con los hechos reales! Me hace recordar el dicho popular "dime con quien andas y te diré quién eres".

Revisando algunas notas publicadas por diversos medios chilenos, encontramos defensores y detractores de su visita. No sorprende para nada quienes son los que han impulsado su visita y el virtual encuentro con Sebastián Piñera, empresario derechista neoliberalista, cuyo tránsito por la política lo culmina con niveles muy bajos de popularidad, y sin ni siquiera un candidato presidencial al que pueda impulsar como sucesor político, pues el que tenía renunció por "depresión". Y es que son justamente dirigentes de los partidos políticos UDI (Unión Demócrata Independiente) y RN (Renovación Nacional) entre otros, quienes han sido los fervorosos impulsores de la visita de Capriles, y los que han propuesto que sea recibido por Piñera en el palacio presidencial de la Moneda.

Pero, ¿Qué representan la UDI y RN en la política chilena? Pues, de entrada debemos mencionar que fueron los brazos políticos de Augusto Pinochet, crecieron bajo su seno e incluso fueron los que defendieron la opción del "Si" en el plebiscito de 1989, o sea defendían la permanencia de Pinochet al frente del gobierno dictatorial y criminal en Chile. En segundo lugar, muchos de sus militantes fueron aprendices de los "Chicago Boys", el grupo de economistas enviados desde Estados Unidos para transformar el sistema económico chileno en la vitrina del neoliberalismo para América Latina.

En tercer lugar, estos sectores conservadores han estado ligado a la memoria negra de América Latina, esa faceta hostil de los años 70 y 80 del siglo XX, donde la integración regional se dio fue en términos militares (Plan Cóndor) para exterminar físicamente a la izquierda latinoamericana, mientras que en el ámbito económico y político mantuvo a Chile aislada hasta la vuelta de la democracia en los años 90 -a lo que ambas organizaciones UDI y RN se opusieron- de los esquemas de integración regional.

Entonces, por mas que se esfuerce Capriles en decir que no es de derecha, neoliberal y golpista, caramba, "dime con quien andas y te diré quién eres". De todas maneras, no se extrañe usted que lee esta columna de opinión, que los medios privados venezolanos resalten sus encuentros con el partido de la Democracia Cristiana (DC) o de otras organizaciones de "centro", tratando de invisibilizar sus verdaderos aliados en esta cruzada por intentar afectar la imagen de gobierno de Nicolás Maduro en el orden internacional.

Finalmente, no es menester recordar que mientras abandona sus funciones inherentes al cargo de gobernador del Estado Bolivariano de Miranda, se acumulan los problemas en materia de seguridad, educación, vialidad, transparencia en la gestión pública, rendición de cuentas, planificación de políticas públicas, entre los más álgidos.

Afortunadamente el gobierno nacional creó Corpomiranda con Elias Jaua al frente, que no detiene su marcha por elevar la calidad de vida de los mirandinos, así como el plan Patria Segura para atender el problema de la seguridad. Pero a pesar de ello, la ausencia de un mandatario regional al frente de sus funciones, dificulta la gestión de lo público. Incluso hasta estando presente, pues es mas el tiempo dedicado al obsesionado fetiche privado de ser presidente del pais, que darle soluciones a los problemas de los mirandinos.

A su vuelta, luego de pagar lujosos hoteles, vuelos privados para el y su comitiva, a cada problema Capriles dará la misma excusa para justificar la mala gestion en Miranda: no hay recursos.