Lo sucedido el 12 de febrero, tienes varias lecturas. En un primer lugar a lo interno de la oposición, desde la perspectiva gobierno-oposición, y desde la percepción internacional. Los hechos son más que evidentes para los venezolanos: violencia, caos y destrucción. Igual de evidentes son las consecuencias: 3 familias enultadas, más de 70 heridos, y daños materiales a bienes nacionales y privados.

En cuanto a lo primero, la forma como se vienen desarrollando las relaciones internas dentro de la MUD, indica que hay fracturas internas, y pretensiones de sustitución de liderazgos. Luego de las derrotas de Henrique Capriles, los desaciertos de estrategias fallidas, la conducta sectaria, y la catalogada tibia conducta frente al gobierno -sobre todo luego de aceptar la investidura de Nicolas Maduro como Presidente Constitucional, generaron un declive y un cuestionamiento interno sobre el liderazgo de Capriles y Primero Justicia. Esta situación levantó los intereses de los sectores alternativos dentro de la oposición, y se aglutinaron en torno a la figura de Leopoldo López para intentar capitalizar el liderazgo nacional opositor. 

Las estrategias fueron claras: Frente a las estrategias desacertadas, trazaron una remozada “salida” no constitucional de la crisis, tratando de mejorar lo planificado y ejecutado el 11 de abril de 2002. Para palear la conducta sectaria, esta vez se tomaron de las manos Antonio Ledezma, Maria Machado y Leopoldo López, como un mensaje de unidad de un bloque radical de derecha. En cuanto a la conducta tibia, apostaron a una postura desafiante frente a los poderes públicos, movilizando al sector juvenil, y sometiendo al país a una situación de violencia y caos, para satisfacer los gustos más radicales y desesperadamente antidemocrático de un sector opositor. 

Lo interesante de esta situación, es que todos los estudios de opinión que se manejan desde los diversos sectores políticos, indican que el grueso poblacional se ubica en los sectores moderados, que no se alinean con ningún partido, y que rechazan las conductas radicales. Entonces ¿Porqué optar por atraer a los radicales y no a los moderados? La respuesta a esa interrogante se relaciona con lo tercero, pero también tiene otras explicaciones. 

Es más que obvio que el caos y la violencia, genera un escándalo político internacional, lo cual dirige la atención de la comunidad de naciones hacia lo que sucede en Venezuela. Gran parte de las cadenas noticiosas que informan a nivel mundial, están alineados con la derecha internacional, por lo que la información que transmiten sobre lo que sucede en Venezuela, hace que la situación se tergiverse a tal punto de igualar lo que sucede a casos como el yugoslavo o el ucraniano. Sin embargo, creo que va más allá. 

Esta estrategia de shock hacia la oposición venezolana, también busca recuperar a toda costa la calle. La movilización opositora se perdió desde el 2004, luego de la derrota del referéndum al Comandante Chávez. Intentar nuevamente lograr una mayor movilización, pasa por una agenda intensa de calle. Además, es bien sabido que un elemento que acelera este pretendido objetivo, es la victimización de los líderes opositores. La forma como Leopoldo López reacción frente a la orden de captura, evidencia que la prisión forma parte del plan. 

Sin embargo, la oposición no está en su mejor momento, pues la división que la fractura impide posturas únicas. Se ha hecho público el rechazo de parte de un grupo opositor de los hechos de violencia, y del uso político de ese recurso. Es cuesta arriba que habiendo marcado distancia frente a lo sucedido y de quienes lo encabezaron, salgan a protestar frente a las necesarias sanciones que el gobierno debe aplicar para castigar a los responsables de estas agresiones y crímenes.

Por el contrario, aplicar una receta de golpe de Estado como el que dirigió López y Compañía, fue una apuesta riesgosa, considerando que no existen las condiciones políticas ni estratégicas para avanzar con éxito en la búsqueda tan ansiada como lo es el control político del Estado, a través de un acceso contrario a la Constitución Nacional. Pareciera que sus asesores olvidaron que para dar un golpe de Estado es necesario también contar con el sector militar, hoy leal al gobierno nacional. Ahora Leopoldo, Maria Machado y Antonio Ledezma deben responder ante la justicia por los muertos, los muertos de Leopoldo. Y no tengo duda que se aplicará la Ley con todo su peso.

Pero hay otros aspectos que juegan un rol estelar en esta coyuntura. El pueblo no es el mismo del 2002, así como el gobierno aprendió las lecciones del ayer. No responder a la violencia, controlar la acción de grupos radicales de la revolución, apostar al dialogo y a la pacificación de país, y aplicar con rigurosidad las sanciones a los responsables, han sido posturas acertadas por parte del gobierno del Presidente Nicolás Maduro. La previa convocatoria a la cual asistieron alcaldes y gobernadores de oposición, generó un precedente clave dentro de las percepciones sobre el gobierno nacional. ¿Cómo conciliar que quien ha llamado y se ha sentado con dirigentes y gobernantes de oposición, haya que confrontarlo con violencia, caos y muertes?

El Presidente Nicolás Maduro, está dando muestras de destrezas en asunto de gobierno a quienes inicialmente vieron con sospecha y duda su desempeño como gobernante. Es un acierto la forma como se ha reaccionado frente a un nuevo ataque de la derecha radical nacional, así como las estrategias de reconocimiento hacia los diversos sectores políticos del país. Se ha pasado a un esquema de relación por intereses -no por posiciones- que ha permitido pese a las diferencias ideológicas y políticas, tomar las riendas de la conducción de una agenda de asuntos públicos impostergables para el bienestar de la nación. Mano zurda, y mano derecha.