Tal como fue anunciado por el CNE, el próximo 08 de diciembre se renovarán los poderes ejecutivo y legislativo en las 337 alcaldías del país. Se realizarán 8 meses después de haberse realizado las elecciones presidenciales, bajo condiciones diversas para cada una de las organizaciones políticas que participaran. Son varias las situaciones que caracterizan este momento electoral, por lo que pretendo abordar algunas de ellas en esta ocasión.
En esta oportunidad, como lo estipula la Ley de Regularización de los Períodos Constitucionales y Legales de los Poderes Públicos Estadales y Municipales, se realizarán las elecciones para todos los alcaldes y concejales. Por ello, habrán acaldes cuya gestión recién cumple tres años de gestión, mientras otros acumulan 5 años donde se suma la gran mayoría de alcaldes del país, donde hay un 81% de alcaldías gobernadas por alcaldes bolivarianos y un 19% por opositores.
En segundo lugar, las condiciones iniciales para la oposición son muy distintas a las de los candidatos del PSUV y partidos aliados. En cuanto a la oposición, los candidatos fueron escogidos en febrero del 2012, por lo que tendrían 1 año y 10 meses designados. Ello pudiese verse como una ventaja, pues tienen mayor tiempo en campaña, sin embargo considero que mayores son las desventajas. Serán estas las primeras elecciones municipales sin la presencia física del Comandante Chávez, lo cual ha trastocado todo el panorama político nacional. Tendrán que competir con candidatos electos con al menos 5 meses antes de las elecciones, por lo que la posibilidad de escoger en medio de una lectura más actual de la realidad política es una gran ventaja frente a unos candidatos electos en un momento absolutamente distinto.
Por otro lado, al momento de hacer la elección muchos de los alcaldes opositores en ejercicio que aspiraban la reelección tenían 3 años ejerciendo el cargo, por lo que de ahí al tiempo actual su gestión ha mejorado o en algunos casos empeorado su imagen y  de la gestión. Esta situación pudiese ser considerada necesaria una nueva medición en las condiciones actuales. Esto en un corto plazo puede generar tensiones e incluso hasta divisiones en algunos municipios, lo cual ampliaría el margen de posibilidad de victoria al PSUV. Igualmente ya han pasado luego de su escogencia tres elecciones, dos presidenciales y una estadal, lo cual permite conocer el estado de los apoyos electorales que pudiesen tener cada una de las fuerzas políticas en los municipios. En cambio, el PSUV va a tener la posibilidad de escoger candidatos con una lectura actual de la situación política, lo que pudiese permitir una elección estratégica de los mejores cuadros políticos para confrontar a un adversario conocido, y en algunos casos desgastado.
En segundo lugar, está el ambiguo y maniqueo mensaje opositor. Ahora resulta que luego de solicitar la activación de la Carta Democrática Interamericana, fustigar por  no transparente al CNE y a sus rectores, por desconocer la legalidad y buen desarrollo del proceso electoral, ahora la oposición llamar a los opositores a votar. ¿Será que el mensaje vendrá acompañado con un “ve a votar, que si perdemos saldremos con arrechera a desconocer los resultados y a matar gente, para que después que hayan unos cuantos muertos pedir que se verifiquen las huellas dactilares de todos los que participaron en el municipio, y si acceden pedimos que se verifique en el estado y en el país entero, y si el CNE no lo hace es porque hicieron trampa”?
Hay un problema de credibilidad y de consonancia del mensaje opositor. No es claro, y define al votante opositor como un borrego que si hoy se le dice vota con confianza que el proceso es transparente y mañana le dicen que dicho proceso es viciado porque perdieron, pues su apoyo será mecánico e incondicional. Es absolutamente difuso el mensaje, y creo que por desgaste acumulado en las tres derrotas que preceden a las elecciones municipales, pudiesen estar afectando los niveles de participación electoral.
En tercer lugar, está la estrategia del superlíder, que asume roles diversos de jefe de campaña, canciller, candidato, jefe político, arengador de esquina, vocero oficial, entre otros (resalta que el rol que menos asume es el de Gobernador de Miranda. Lo acompaña una oposición que se descose desde sus fauces a través de confrontaciones internas y “videos reveladores” de sus dirigentes en un juego impropio. Frente a ello, el PSUV ha consolidado desde al menos 2011 a una organización partidista mucho más sólida, frente a la coyuntura de tomar las riendas de la actividad política frente a las limitaciones que inicialmente tuvo el Comandante Chávez, y que ahora en su ausencia se profundiza y perfeccionan.
Finalmente, aunque no con ello queremos obviar que las condiciones electorales son diversas entre sí, está el referente de los resultados de la elección del 14 de abril. En ella precisamos lo siguiente: En 73% de los municipios ganó Nicolás Maduro y en 27% Capriles. En 42% de los municipios Maduro venció con un margen de votos superior al 60%, mientras que Capriles lo hizo en 8%, porcentajes que serían considerados como los municipios con alta probabilidad de victoria por parte de ambas tendencias. Finalmente en el 31% de los municipios la victoria de Maduro fue entre 50 y 60%, mientas que en el caso de Capriles el porcentaje s de 19%, o sea que de los 27% de municipios en el que ganó, en 19% de ellos fue con un margen inferior al 60%.
Las condiciones de la oposición son menos favorables que las que tienen el PSUV. No tengo dudas que se obtendrá la victoria en más del 70% de los municipios del país, lo cual consolida el PSUV y los partidos aliados en el país. Vienen tiempos interesantes, donde espero asumir un rol activo como parte de la contienda. Sin embargo acato con disciplina la fórmula de victoria chavista: Unidad, Lucha, Batalla y Victoria. 

Publicado en el Diario La Región el 09 de junio de 2013